El sistema de bienestar español, y muchos otros europeos, se enfrentan a un futuro incierto en su cobertura y sostenibilidad. A las bajas tasas de crecimiento económico esperados, se les une una mayor demanda de protección social debido a diversos elementos tensores como son: La mayor población en edad avanzada (>65 años) al que le corresponde cobrar las pensiones, así como una alta cobertura en dependencia y atención médica. Una atención medica cada vez más costosa no solo por la demanda de servicios, sino por la irrupción tecnológica, incorporada en muchos casos de forma poco coste efectiva en una catalogo demasiado amplio. La cada vez más escueta y empobrecida clase trabajadora , cuyos salarios (que no su productividad) se ven estancados o reducidos en términos reales, y sobre la que recae la recaudación necesaria para las pensiones, entre otras partidas. Una juventud “muy formada” pero que no encuentra en el empleo a terceros un futuro digno ni estable , con
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