Hablar de
desarrollo es hablar de energÃa, pues no se entiende la producción, el
transporte, ni si quiera la vida sin su existencia.
Es tal su
relevancia, que, al descubrimiento de los combustibles fósiles, le debemos gran
parte del desarrollo conseguido en los últimos dos siglos [40][41][42].
Lo que es
conocido como el crudo, el carbón, el gas natural…son formas altamente
condensadas de energÃa que nos han permitido revolucionar el transporte, la
producción los sistemas de iluminación de gestión de la temperatura.
El problema es
que hemos consumido demasiado, y muy rápido, por lo que su uso a los niveles
actuales y proyectados se convierte en prohibitivo, si tenemos en cuenta la
sostenibilidad medioambiental, y el buen desarrollo económico en las próximas
décadas [43] [44].
Dada la clara
dependencia existente entre desarrollo económico y los combustibles fósiles,
debemos plantearnos, qué medidas deberÃamos tomar para realizar una transición
segura a energÃas que reduzcan las emisiones a niveles de seguridad (según el
IPCC y otros organismos hablarÃamos de los +/- 2 grados de aumento global de
temperaturas).
A continuación,
se resumen las principales posiciones sobre el futuro de la energÃa, y la
viabilidad de lograr reducir las emisiones a los niveles de seguridad fijados
en el IPCC.
- Dada la futura escasez de los combustibles fósiles y por ello su mayor precio, la oferta y la demanda asegurará que se haga, de forma automática, una transición a otras energÃas de menor precio, que acabaran siendo las renovables.
Esta afirmación,
que deja al mercado la asignación optima de la escala energética y también la
asignación de recursos, omite la complejidad intrÃnseca del sector energético.
En primer lugar,
en el horizonte de reducción de emisiones planteado por el IPCC y las Naciones
Unidas (2040-2050), no parece que exista
una escasez suficiente del petróleo, gas natural y carbón como para pensar que
la reducción en la oferta pueda hacer más competitivas otras fuentes en el
plazo de tiempo fijado [45][50] (se predice un ligero aumento del petróleo,
aumento notable del gas, y estancamiento del carbón). Es cierto que muchos
defensores del peak oil, son crÃticos a estas estimaciones, y creen que ya en
2015, se empezó un proceso significativo de la oferta total, asà como un coste muy notable de la extracción, pues las
fuentes de petróleo más notables en el futuro serán mucho más costosas y de
menor rendimiento energético [46].
Cabe destacar,
que ante las previsiones de un uso al
menos estacionario de los combustibles fósiles para las próximas tres décadas,
en el caso especial del petróleo, este va a ser cada vez más contaminante
debido a sus fuentes. Esto es debido a la fragmentación de la fuente, asÃ
como las tecnologÃas, entre ellas la fractura hidráulica, son mucho más nocivas
que las requeridas para el petróleo convencional [47] [48].
Es por todo ello,
que la oferta y la demanda energética
por sà solo no van a lograr una transición suficientemente rápida, y parece
necesario modificar desde el ámbito de lo regulatorio, un entorno para acelerar
la transición más aceleradas a fuentes de energÃa más limpias, o producir
cambios en el modelo productivo y de consumo, que consigan reducir las
emisiones a los niveles objetivo (11 giga toneladas de Co2, lo cual supone
una reducción del 66% sobre los niveles actuales)[49].
- Existen tecnologÃas asequibles actualmente a nuestro alcance para satisfacer nuestras necesidades presentes y futuras de demanda energética para llegar a los objetivos de Co2 de 11gt [4][7][8][9][11].
Ante esta
afirmación, cabe diferenciar dos elementos fundamentales del consumo energético.
El consumo energético orientado a la electricidad
sà dispone actualmente de las energÃas renovables para cubrir nuestras
necesidades eléctricas. No obstante, un gran parte del consumo energético (orientado al transporte de mercancÃas y producción
industrial y agraria pesada, no es posible actualmente de electrificar) [2][3][5][51][52][53].
Hacer una transición más limpia del
transporte y el consumo eléctrico de los hogares, requerirÃa una importante inversión pública (por
la infraestructura requerida), privada (para
cambiar las estaciones de servicio actuales y la innovación) y de los consumidores (para asumir el coste
de los proveedores sostenibles, compra de coches eléctricos) considerable y
poco atractivo. Teniendo en cuenta los incentivos actuales, el “business as
usual” sigue siendo más barato y cómodo que la transición , si no cambia el
marco fiscal y regulatorio significativamente. Solo hay que ver el peso actual de las renovables o el parque
de automóviles eléctrico, para darse cuenta de que el cambio necesario de dos
décadas es como mÃnimo, drástico [54][55].
Si bien es cierto
que existen vÃas técnicas disponibles para reducciones de emisiones
significativas, en el ámbito del
automóvil, o la electricidad y climatización de los hogares, hay quienes
ponen en duda la viabilidad de los
proyectos a escala planetaria, ya sea por su coste o viabilidad polÃtica/social
[1][2][3][5][10][52][53][57][58][59][60].
La mayorÃa de
defensores de esta transición viable que hemos indicado, añaden en sus planes
técnicas de retención de Co2, cuyo testeo a escala plantearÃa está por
demostrar.
- Si ni el mercado por sà mismo, ni la tecnologÃa puede encargarse de la transición, debemos aplicar los incentivos fiscales que hagan más rentable y deseable la transición inmediata a las energÃas renovables [6][24][25][10] [12][13][62][63][64][65][66][67][68] [69]
Los defensores de
este postulado sugieren generar un aparato regulatorio a nivel global y local
que incentive:
- Las inversiones en energÃa renovables para aumentar su peso en la producción total energética
- La desinversión en las nuevas variantes de petróleo y otros combustibles fósiles
- Aplicar incentivos al comercio local
- Aplicar incentivos que aumenten la vida de los productos y por tanto reduzcan su huella energética
- Sustituir el parque de vehÃculos público y privado por el eléctrico
- Incentive las actividades menos intensivas en energÃa (cultura y el ocio sostenible versus el consumo de usar y tirar)
- Fomente dietas menos intensivas en energÃa, de tipo local, estacional y a poder ser vegano
- Fomentar los embalajes reciclables
Aumentar los
impuestos sobre los combustibles fósiles
reducirÃa su demanda (cabe ver la elasticidad), y podrÃa poner en jaque la rentabilidad de muchos
negocios (cabe analizar la dependencia y rentabilidad de muchos negocios,
sobre todo en el sector transporte), a la vez que podrÃa aumentar el empleo por los nuevos trabajos en el sector
renovables (y destruir en los combustibles fosiles) y de mantenimiento
(pues los productos duran más, y sale
más a cuenta su mantenimiento que sustitución ), asà como aumentar la rentabilidad de las empresas si
logran vÃas a la eficiencia superiores a el aumento de la presión fiscal.
Aunque se podrÃa
argumentar, que los gobiernos saldrÃan beneficiados
por una mayor autonomÃa energética (siempre
que produzcan la nueva energÃa limpia en sus fronteras), y la generación de nuevos puestos de empleo
difÃciles de automatizar (el mantenimiento especialmente), no queda claro si en términos netos se producirá una reducción
de la actividad total económica, y por lo tanto bajones de consumo y empleo en
la población, algo inasumible si se quiere pagar la deuda creciente de los
estados [61]. Es importante que, si se quiere llegar a los objetivos de
emisiones sin reducciones del consumo total, o manteniendo el PIB intacto o en
crecimiento, se establezca un marco
regulatorio balanceado que no suponga un stress excesivo sobre las cuentas
privadas o públicas en el horizonte de veinte años.
Este enfoque de economÃa verde, que no plantea las
imposibilidades el crecimiento infinito, no tiene en cuenta que aunque fuera
posible reducir las emisiones de CO2 un 60% respecto a los niveles de consumo
actuales, los paÃses fuera de la OCDE quieren aumentar sus necesidades del energÃa
un 100%, asumiendo una mejora del 50% de su eficiencia actual
[28][29][30][31][32][33][34][35].
Es por ello
existe otra área de pensamiento que postula:
- Aun con un marco regulatorio y de incentivos correcto, para lograr sostener unos niveles asumibles de Co2, y una equidad en los consumos energéticos por cápita de todos los paÃses, es necesario que los paÃses de la OCDE se planteen escenarios de decrecimiento voluntario, como una vÃa para la economÃa sostenible [14] [3][16] [17] [18] [19] [20][21][22][23][26] [27][70][71][72][73]
El movimiento decrecentista,
o del steady state economics, postula
que, si no nos alejamos de los
principios de crecimiento económico perpetuo y los tipos de intereses por
encima de la tasa de crecimiento de la economÃa real, estamos condenados al
colapso, sean cual sea las mejoras en eficiencia conseguidas. Esto es asÃ,
pues en un modelo decrecentista la
paradoja de Jenkins por la que las mejoras en eficiencia se traducen en mayor
consumo dejan se ser, pues el principio de suficiencia está por encima de la
rentabilidad.
Para conseguir
pues un reparto equitativo del consumo energético mundial, las economÃas de la OCDE deben reducir al menos un 40% sus necesidades energéticas,
aun asumiendo la mejora del 50% de la eficiencia sobre los niveles actuales.
Esto se puede conseguir de varias formas, que aplican mejor o peor según la situación
individual y de cada paÃs.
- Aplicando tipo de interés real cero o negativo y limitando la capacidad de los bancos privados, que no centrales, de crear dinero
- Aplicar una polÃtica pública que busque, no el aumento del PIB, sino el mantenimiento y mejora de otros indicadores más relacionados con el verdadero progreso humano
- Cambiando la polÃtica fiscal, para que se tase más lo malo (ciertos consumos (fast food, fast fashion, drogas…) y la polución), y menos lo bueno (el trabajo y los consumos favorables (educación, salud, alimentación saludable, ocio responsable, turismo, cultura)
- Incentivar la redistribución del trabajo (pues es la principal fuente de ingresos de la población), con cotizaciones sociales por horas y no por persona, asà como un mayor salario mÃnimo que permita a la gente trabajar menos horas manteniendo la dignidad personal).
- Mejorando la transparencia y calidad de las democracias, para asegurar que las inversiones públicas persiguen el bien común y se asignan a proveedores por méritos y no por relaciones corruptas.
- Se eduque a la población estilos de vidas más sosegados y reflexivos, se valore más la cultura y el medioambiente, y no solo la productividad o la competitividad. Se premie más los comportamientos generosos y menos los egoÃstas, y se dé más voz a las voces cientÃficas y culturales de la sociedad, y no tanto al ocio o ciertos deportes de masas.
En resumen, mas allá de la eficiencia y la transición a
las energÃas limpias, los defensores de este postulado abogan por la persecución
de una economÃa que no siempre crezca, pues su entorno y recursos son fÃsicamente
limitados. De la misma forma, bajo el principio de equidad, pide esfuerzos mucho mayores a los más
ricos, pues son ellos los que poseen más capacidad y también tienen una mayor contribución
por cápita de las emisiones.
Resumiendo…
Tras revisar los
diferentes postulados, sobre el futuro de la energÃa, y las posibilidades de
reducir nuestras emisiones totales de 36gt a 11gt en 2040-2050, podemos
concluir lo siguiente.
En primer lugar,
que la oferta de combustibles fósiles y
su consumo va a ser notable (>70% del total de fuentes energéticas) al menos
hasta 2040, y que su coste ambiental
y económico va a aumentar por unidad, debido a la peor calidad de las
reservas restantes.
Que las leyes de la oferta y la demanda no van a
ser suficientes para conseguir nuestros objetivos de emisiones, y que es
necesario aplicar un aparato regulatorio
que agilice la absorción de las energÃas renovables, el cambio del parque automóvil
a uno eléctrico, asà como una menor presión energética gracias una economÃa
más eficiente (con menos residuo por unidad económica generada).
En un contexto de
recursos finitos, no parece razonable
crece económicamente para siempre, y más cuando sigue existente tanta
causalidad entre emisiones de Co2 y el aumento del PIB. Es por ello por lo que los paÃses más ricos (los de la OCDE) ya que son aquellos con mayores
niveles de consumo y emisiones per cápita, sean los que inicien la senda
decrecentista.
No debemos caer
en el pesimismo, y pensar que nos espera un futuro peor. Un futuro con menos PIB no es un mundo peor, ya que puede ser un mundo
con más salud, tiempo, cultura, calidad, biodiversidad, igualdad, oportunidades
para todos.
Que la crisis energética
nos haga lÃderes de ese cambio con el que suenan muchos, mientras escapan de la
pesadilla de la mÃsera y la pobreza.
BibliografÃa
[10] http://vaclavsmil.com/wp-content/uploads/2018/09/Smil-Essay-IEEE-Spectrum-June-2018.pdf
[12] https://data.oecd.org/energy/renewable-energy.htm
[17] http://profesiones.org/var/plain/storage/original/application/fb02f206bc09f7016bd6d5a630c2e7fe.pdf
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