Actualmente gana fuerza la idea de que
la robótica y la inteligencia artificial cambiarán el mercado laboral no solo
en tareas rutinarias o de bajo valor añadido, sino también en trabajos del
sector servicios realizados por gente con estudios medios y superiores.
La historia nos ofrece varios ejemplos
de otros cambios productivos en la agricultura la industria, y ahora los
servicios. Estas transiciones de un sector a otro supusieron la urbanización
primero y una mejora considerable de las condiciones laborales posteriormente.
Aunque se pueda pensar que estamos
ante otra transición, la naturaleza de esta revolución nos hace pensar que no
será tan sencillo ocupar a la próxima oleada de mano de obra “reemplazable”.
En este caso, los empleos que están en
riesgo no son solo los rutinarios o “programables” (como empaquetar productos,
colocar un libro en la biblioteca o hacer una hamburguesa en un cadena de
comida rápida), sino que también entran en la ecuación los trabajos
“predecibles”, que requieren personas con estudios medios o superiores
(programación, diagnóstico médico, conducción…).
La actual crisis y la evolución del
empleo de las últimas décadas son una de las mayores preocupaciones de la
sociedad moderna. Esta misma sociedad ve como su principal fuente de riqueza (las
rentas del trabajo), se devalúa y desaparece por la incorporación de robots que
ni cotizan, ni enferman, ni necesitan motivación alguna.
Desde 1975 economías liberales y
avanzadas como la de USA, no han sido capaces de generar empleo neto, y cada
vez son menos capaces de generar oportunidades a la creciente población. Esto
es especialmente preocupante con una sociedad que envejece y cuyos jóvenes pueden
su desarrollarse económica y personalmente.
Algunos piensan que la educación será
la panacea ante la robotización. Esto es cierto cuando se crean empleos que
requieren más estudios, y cuando solo son los empleos poco cualificados los que
se están eliminando. A pesar de tener cada vez unos jóvenes más formados
y la actual inflación educativa (la licenciatura de ayer es el master de hoy),
el paro juvenil es el peor de las últimas décadas.
Esto no es sino un síntoma de la
naturaleza única de la nueva robotización. Más allá de sustituirnos en las
tareas rutinarias, la inteligencia artificial puede realizar tareas complejas
con igual o mayor grado de precisión que seres humanos. Ejemplos que son
una realidad actual es la medición del riesgo para la concesión de crédito, o
el diagnóstico de ciertas enfermedades.
Podemos argumentar, y en muchas
ocasiones es cierto, que la robotización no solo va enfocada a sustituir mano
de obra, sino que desde la complementariedad, se puede aumentar la
productividad de cada persona en su puesto de trabajo. Aunque la productividad
está aumentando, la congelación de las horas totales trabajadas y la escasa
generación de empleo mundial evidencia que esa complementariedad robot-persona
no es uno a uno, y que se tiende a una sustitución humana neta.
Como resultado de ello, en los últimos
cincuenta años se ha configurado una realidad laboral y social cada vez menos
sostenible e integradora:
· Congelación salarial a pesar del
aumento notable en productividad
· Reducción de 7pp del peso de las
rentas del trabajo sobre el total de rentas generadas
· Reducción a niveles nulos de creación
neta de empleo (USA)
· Aumento de 20 a 80 meses del tiempo
necesario para recuperar niveles de empleo pre-crisis
· Aumento de la desigualdad en
prácticamente todos los países de la OCDE
El propio sistema económico puede
verse colapsado si estas tendencias se profundizan en el futuro. Si un mayor
porcentaje de la población se queda sin su única fuente de ingresos, el consumo
se resentirá. Los robots no consumen, y esto implica la posibilidad de
tener exceso de oferta y la consecuente deriva deflacionista. Resultado de ello, será necesaria una mayor
presión fiscal sobre una minoría cada vez menor, que tendrá que asumir los
costes sociales de no haber encontrado alternativa ocupacional para el resto de
la población.
La pregunta a hacerse es obvia: ¿Qué
hacemos con tanta gente desocupada? Una propuesta tan poco innovadora como
aceptada es la renta mínima. Una renta mínima incondicional y de subsistencia,
permitiría a las personas focalizarse, si así lo desean, en un empleo
vocacional y salir de los niveles de subsistencia. Dar a las personas la
libertad para dedicarse a lo que de verdad quieren permite desarrollar áreas
por explotar, y las libera de una trampa laboral que impide a la gente ser.
Habrá desde luego personas que decidan
vivir el resto de sus vidas ajenos a cualquier trabajo productivo, pero no
podemos decir que esto sea la mayoría. Numerosos experimentos y estudios sobre
la motivación y la felicidad han demostrado que el estímulo monetario no es el
principal motor del trabajo, cuando se han logrados niveles mínimos de poder
adquisitivo. Es por ello que, aunque sea de forma muy gradual, merece la pena
dar la oportunidad a la sociedad de que sea ella misma la que lidere ese cambio
de modelo productivo, mucho más vocacional y menos reactivo a las
demandas de un mercado que no da alternativas laborales ante los shocks
tecnológicos.
Como parte de un modelo sostenible, el
pleno empleo debe lograrse, para conseguir que el desarrollo sea integrador y
que mantenga el sano funcionamiento de una economía que no solo consigue
ofrecer bienes y servicios a un menor coste, sino que haciéndolo da libertad de
profesión a sus miembros.
Referencias utilizadas para hacer el post:
Referencias utilizadas para hacer el post:
- · The Rise of the Robots - Technology and the Threat of Mass Unemployment -Martin Ford
- · The puzzle of motivation- Dan Pink http://www.ted.com/talks/dan_pink_on_motivation
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