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El capital del siglo XXI: desigualdad y meritocracia

El libro del capital del siglo XXI de Thomas Piketty  no pudo llegar en mejor momento. Desde que se empezaron a notar los efectos de la crisis de 2008, son muchas las voces que ponen en entredicho la legitimidad del reparto actual de las rentas del capitalismo. Esto vuelve a avivar el debate sobre la desigualdad y la meritocracia de nuestra sociedad.

Debatir es bueno, y con datos mejor. Tras varias décadas de trabajo de muchos científicos sociales y gobiernos, podemos obtener varias conclusiones y buscar discursos más fundamentados sobre el tema. En este post voy a intentar revisar y comentar las principales conclusiones de uno de los estudios sobre la desigualdad con más repercusión de las últimas décadas.

Para los lectores impacientes pongo a su disposición los cuatro titulares que resumen, con algo de ironía, lo que explicaré a continuación.


Desigualdad y PIB, cada día más amigos



Salarios mínimos,  cobertura pública e impuesto al capital, antibióticos contra la desigualdad excesiva y el “rentismo”



A continuación explico con más detalle y datos, en qué me baso para escribir cada titular. Empecemos.

T1.La desigualdad no se reduce inevitablemente con el crecimiento del PIB

En contra de lo que se ha defendido en las últimas décadas (en estudios relevantes como los de Kuznets en base a datos de 1950-1960), el desarrollo económico no es la panacea a la pobreza, ni beneficia proporcionalmente a todos los estados de la sociedad.  Los datos muestran que el peso en renta y capital del top 10%, top 1%...ha aumentado en las últimas décadas y está volviendo a los niveles de  principios del siglo XX en la mayoría de países.

Fue solo durante las dos guerras mundiales, en las que se destruyó una cantidad importante del capital, así como las décadas posteriores donde se exigió un mayor esfuerzo puntual a las rentas más altas (especialmente en USA), donde se revertió el proceso.

Es interesante notar como, a pesar que muchos países europeos tenían niveles de desigualdad originalmente superiores, las políticas fiscales y de gasto social han resultado en una reversión menos agresiva de su desigualdad.




En el grafico 9.8 vemos como tanto USA como Europa han aumentado el peso del 10% más rico desde 1970. Esta época se conoce por una desregulación financiera, así como una menor presión fiscal a las rentas más altas.





En el grafico 9.4 vemos que el 1% más rico tenía un 20% del total de la riqueza, que vio en el caso de Francia con claridad su peso reducirse durante las dos guerras mundiales. En los países no anglosajones vemos que a desigualdad ha aumentado unos 2pp, nada desdeñable.


En el grafico  9.2 vemos  que los países anglosajones ven esta reversión hacia la desigualdad mucho más pronunciada, facilitada por la menor presión fiscal a las rentas más altas, regulación financiera y  menor cobertura social.


T.2 Es el capital, y no las rentas del trabajo, explican el origen de las rentas más altas

En contra de lo que los ejemplos aislados de Microsoft, Apple, o Zara, la mayoría de rentas  más altas (top 0.1%) deben buena parte de su riqueza a un proceso generacional de acumulación de riqueza, y no a las rentas del trabajo.

Esta afirmación se basa en varios datos fundamentales:
  •  La mayor parte de la renta del 0.1% más rico de la sociedad no lo compone la compensación por rentas de trabajo sino por las rentas del capital.  En el grafico 8.4 se muestra solo Francia, aunque existen datos para USA, donde la relevancia del capital es todavía más relevante.



  • El capital ha dado un rendimiento históricamente mayor que el crecimiento de la economía. Esto supone una fuerza de divergencia inevitable, puesto que para el 99% de la población, la principal fuente de renta es el trabajo. Ninguna previsión hace creer que el crecimiento de la economía mundial superara los valores típicos del retorno de capital. Esto dependerá por su puesto de la existencia de los impuestos sobre el capital, así como el modelo de desarrollo que se establezca. En el grafico 10.11 vemos como el retorno del capital siempre ha sido superior al crecimiento de la economía, y no se espera cambio alguno.





  • Las herencias y los regalos en vida, son y serán una parte muy importante de la riqueza de los más ricos. A pesar de los grandes ejemplos de grandes riquezas creadas de la nada, la norma es que de la riqueza mundial, entre un 80%-90% será riqueza heredada, y no ganada.  El gráfico 11.7 muestra como a pesar del aumento de la esperanza de vida, las herencias vuelven a tener un peso equivalente al que tenían hace 100 años, y no irá a menos.





       De hecho, en las últimas décadas y en el futuro próximo, volvemos a ver que la riqueza del top 1% de herencias es mayor que el 1% de rentas ganadas (véase figura 11.10).





  • Existen economías de escala en los rendimientos del capital, que hacen que los que más capital tienen ven su riqueza aumentar más rápido que nos que tienen menos. Esto queda demostrado en el crecimiento de las riquezas analizadas en la lista Forbes, o también en los retornos de inversión de las universidades privadas de USA.






T.3 Supermanagers. Cuando la fijación de salarios tiene que ver poco con la productividad

La explosión del peso de la renta del 1% más rico,  que no el 0.1%, se explica cómo hemos visto en gran parte por las rentas del trabajo. Este aumento sin precedentes en el siglo, tiene de nuevo mayor notoriedad en el mundo anglosajón,  por su tendencia a reducir los tipos máximos en los 70’, con el fin de “atraer el mejor talento”. 

Es muy curioso el caso de Estados, que después de la guerra mundial tenía un tipo máximo sobre las rentas del trabajo más altas del 70%, y que ahora lucha para recuperar un tipo cercano al 40%, considerado inaceptable por el partido republicano (véase gráfico 14.1 para ver la evolución histórica del tipo máximo).




A diferencia de lo que puede pasar con el capital, los países que han puesto tipos máximos más altos (la mayoría de europeos), no han visto el desarrollo de su economía, o su atracción de talento afectado negativamente. Muchos estudios muestran que detrás de subidas salariales astronómicas correlacionan con el buen funcionamiento del sector en general, y no tanto por estrategias individuales.

Parece pues más razonable, visto los casos de Francia y Suecia entre otros, que detrás de sueldos astronómicos (hablamos de 20 a 100 millones de euros anuales), se esconde más el poder negociador (la capacidad de los directivos de fijar su remuneración), y menos de productividad.

Teniendo en cuenta el comportamiento temerario de la banca y sus directivos en muchos casos (las preferentes en España, las hipotecas subprime en USA), parece más responsable fijar tipos que incentiven el buen desarrollo a largo plazo de los negocios, y no el pelotazo anual o trimestral. Que cada uno saque sus conclusiones.

T.4 Los estados tienen mecanismos válidos para desviar los niveles de desigualdad a niveles más equitativos.

La desigualdad en sí misma no es un mal. De hecho es necesario un cierto nivel de desigualdad para incentivar la innovación,  el esfuerzo y el ahorro.  No obstante, la sociedad no puede permitir que la generación de riqueza beneficie cada vez a un menor porcentaje población, que cada vez paga menos impuestos y que puede presionar a gobiernos para que legislen a su favor.  En muchas constituciones se prioriza el bien común sobre la propiedad y la riqueza de los individuos (la nuestra, que no es precisamente comunista). 

Es por eso, que debemos disponer de los mecanismos que conviertan la sociedad en una verdaderamente meritocratica y justa. No hacer nada, y confiar en el mercado ciegamente, no solo nos llevara a la bancarrota medioambiental, sino que producirá niveles de pobreza y oligarquía inaceptables en democracia.

Repasemos mecanismos que pueden ponerse en práctica (en algunos países ya se hace), y por supuesto comentemos sus problemas de implementación (cuando precise).

  •  Subir los salarios mínimos especialmente en los países donde haya más desigualdad de rentas puede reducir extensiblemente la pobreza y la desigualdad de los estratos más bajos.  Países como Francia tienen salarios mínimos mucho mayores que los de USA, y no hay evidencia sobre su efecto  negativo en el paro o PIB per cápita.




  •          Una mayor cobertura pública universal de la salud, educación y pensiones resulta en menores niveles de desigualdad. Tal y como hemos visto en el grafico 9.2 y 9.4, los países con una tradición más liberal y privada en la provisión de estos servicios han visto crecer mucho más rápido la desigualdad. Una sociedad que no se debe endeudar para estudiar en una buena universidad o recibir un tratamiento de salud básico, es una sociedad donde la prosperidad está más extendida. Decir esto es ir en contra de las tendencias privatizadoras, poco racionales y muy politizadas de los sistemas de bienestar públicos.  Si bien el gasto debe racionalizarse allí donde genere menos impacto, es cierto que el servicio público no debe perder su razón de ser. Este es un mecanismo válido en muchos países europeos que debería reforzarse en lugar de ponerse en duda.
  •      Hay que tasar el capital, de forma progresiva y harmónica entre países. El capital, a diferencia del trabajo, puede moverse libremente de un país al otro. Si bien no es cierto para los edificios, si lo es para el dinero y muchos activos financieros. Este impuesto, debe ser mayor cuanto mayor sea la cuantía del capital para ser verdaderamente progresivo. Para su implementación, es importante que se deje la competencia entre países por impuestos bajos del capital y se armonice la política fiscal en general (como mínimo en Europa). Esto parece un imposible, como los acuerdos por el cambio climático, pero es una posibilidad política viable en USA y Europa. La penalización al secreto bancario suizo, o las limitaciones impuestas a ciertos paraísos fiscales demuestran que la coordinación es posible.
  •       Debe existir transparencia sobre la propiedad y rendimientos del capital, para poder medir bien su importancia, y asegurar una progresividad fiscal efectiva sobre las rentas más altas. Existe la tecnología y las estructuras para generar y almacenar datos sobre la propiedad y rendimientos de capital a muy bajo coste. Deben dejarse de lado los discursos ideológicos o las formulaciones matemáticas sin contraste empírico, para tener una discusión real sobre la evolución y legitimidad de la desigualdad. Conocer y regular la desigualdad y sus fuentes, es fundamental para el buen funcionamiento de la democracia y su desarrollo meritocratico.


A modo de resumen, creo que hay buena evidencia para pensar que debemos corregir las imperfecciones del mercado (barreras de entrada, monopolios, problemas de agencia) que hacen crecer a niveles insostenibles la desigualdad. Los países que tienen una cobertura social publican de las pensiones, desempleo, salud y educación, han visto la desigualdad remontar mucho menos que los que confían en que el crecimiento económico beneficia siempre a toda la sociedad. Si queremos salvaguardar la democracia, incentivar la innovación, y premiar el esfuerzo, debemos asegurar que los niveles de desigualdad mayores son fruto del esfuerzo, y no de la suerte o los capitales heredados.

Como siempre, comparto abiertamente mis fuentes, y recomiendo su lectura para mis lectores favoritos, los más agnósticos.

Bibliografia utilizada

“The capital of the XXI century” Thomas Piketty
“The price of inequality” Joseph Stigliz
“The age of sustainable development” Jeffrey Sachs
“The end of poverty” Jeffrey Sachs






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