Creo que un mundo más hermoso que el de hoy es posible,
donde la gente ame los lunes, y donde los humanos y la naturaleza estén mucho más
unidos. Creo en la abundancia de la
vida, la gratuidad de los tesoros más comunes y básicos. Nadie ha pagado por
tener aire puro, la luz del sol, el agua. El amor recibido de niños fue puro y
desinteresado, nos han querido por el mero hecho de ser. Hemos nacido rodeados
de abundantes regalos, y la forma más natural de vivirlos y vivir, es la
gratitud.
Introducción
Llevamos mucho tiempo
desconectados socialmente. Apenas hablamos con nuestros vecinos, y cuesta más que nunca pedir y recibir
favores. Buscamos la autonomía total, pero esa autosuficiencia conseguida con
dinero, nos deja desolados, tristes y perdidos. Hemos dejado de sentirnos
conectados con la naturaleza, sin sentir las ganas de cuidar y proteger el
legado de los mares,las montañas, la fauna y la flora, por
una economía de bienes y servicios que distan de ser esenciales para la vida.
Hemos buscado generar actividad económica de
casi toda nuestra vida e interacciones. Es difícil encontrar alguna actividad
en la que no sea necesario pagar. Para
bajar los precios requerimos de estandarización, dejando los productos y
servicios sin alma, haciéndolos más aptos para la sustitución que el
mantenimiento. La globalización permitió llegar a más mercados, sustituyendo la
economía local, marcadamente más personal y sostenible.
A cada oportunidad de trabajar menos por las
mejoras tecnológicas, elegimos consumir más. Hoy todos disponemos de ordenadores propios, móviles
con muchas funcionalidades, cámaras de alta resolución, una prenda distinta
cada día…pero corremos de un lado a otro y no tenemos tiempo para nosotros
mismos y para los demás.
Tras un modelo de consumo voraz y destructor
se encuentra el vacío. La falta de conexión. El aburrimiento, la distracción compulsiva
y la depresión, son síntomas del sentimiento de desconexión, con nuestros
regalos y con los demás (incluido la naturaleza). La desconexión tiene como víctimas
no solo a las que la sienten, sino al medioambiente en su conjunto. El cambio climático
inducido por el hombre es el resultado de nuestra crisis como civilización, y
solo verá su reversión parcial cuando se produzca el cambio hacia una economía más
sagrada y respetuosa con el ser y su entorno.
La economía sagrada. -El regalo-
La economía sagrada es la economía del regalo.
Como resultado de la gratitud inherente de los seres humanos por todo lo que
hemos recibido gratuitamente (amor, agua, sol, aire…) nuestros trabajos son la expresión
de nuestra gratitud. No trabajamos en lo que trabajamos para pagar facturas
solamente, sino como expresión última de nuestros dones para ayudar al mundo a
ser un mejor lugar.
La economía actual disfruta de casos numerosos
de este tipo de trabajos. Programadores, pintores, médicos, arquitectos y muchos
otros trabajan muchas horas no por dinero, sino por pasión, y el placer que les
generar entregarse sin límites a su trabajo.
La oferta y la demanda permiten que en
ocasiones este match entre el dinero
y los regalos encaje, aunque hay muchos casos en los que esto no es posible. De
hecho la mayoría de las personas trabajan exclusivamente porque se les paga por
ello, y no dedicarían ni un minuto en otro caso.
Esto genera una factura social evidente sobre
la sociedad, esclavizando a millones de
personas a hacer trabajos que no quieren durante 40, 50 60 y hasta 80 horas. Pese a quien le pese, la mayoría de estos trabajos no existirán en el futuro por la robotización. El
problema es que estas personas se quedaran sin ingresos.
Como ya comenté anteriormente en otro post (http://alanfortunysicart.blogspot.de/2016/09/robotica-y-desempleo-en-los-paises.html), la
renta mínima incondicional debe implementarse cuanto antes para conectar a la
gente con su regalo y devolverles la libertad de trabajar en lo que
quieran. Pensar que la gente por una
renta de 300 euros se va a pasar el día en la playa es sencillamente una
estupidez, que niega la naturaleza demostrada del ser humano a crear y dar a
los demás.
La economía sagrada. –La inversión-
Todos tenemos sueños y proyectos que salen de
nuestro corazón. La mayoría de ellosacaban en el baúl de
los sueños rotos por la misma razón. El dinero. Cuando pensamos en el retorno económico
de nuestro proyecto, consistente en
ayudar a jóvenes con problemas, gente mayor sola, o cuidar bosques y ríos,
estos proyectos no encuentran financiación porque su retorno es negativo.
Por otro lado, proyectos altamente
perjudiciales como el fracking, o la moda rápida, son altamente rentables y no
encuentran problemas de financiación. La
razón es que estos proyectos dan retornos altamente positivos, mientras los
proyectos que sirvan para cuidar a los demás o el medioambiente suelen dar
rendimientos negativos.
Independientemente de la correcta internalización
de los costes de cada proyecto, los tipos de interés positivos son la razón por
la cual nosotros no financiamos proyectos más alineados con nuestras verdaderas
motivaciones y el bien común. Un tipo de
interés positivo (históricamente mayor al crecimiento de la economía) obliga al
receptor a producir cada vez más o entrar en deuda.
Los tipos se están fijando a unos niveles muy
superiores a la capacidad de los negocios de crear nuevo dinero, lo cual supone
una espiral insostenible ya sea de crecimiento económico o de deuda.
Unos tipos más bajos, de hecho NEGATIVOS, dan
al dinero la propiedad de bien que pierde valor con el tiempo, y no le dejamos crecer por sí mismo. El préstamo vuelve a la
naturaleza del regalo:-Yo te dejo este dinero que me sobra, y si tú me
devuelves el 98% del importe ya estaré contento, porque ni lo necesito, y
muy probablemente habría perdido más valor si no te lo hubiera dejado.-
Unos intereses negativos (-5%,-2%) podrían revertir
el ya conocido “let money work for you”, aumentar la circulación de dinero en la
economía y financiar proyectos más sociales cuyo retorno siempre es menor (en términos
estrictamente monetarios).
La economía sagrada. –Los bienes comunes-
Si bien los tipos de interés negativos reducirían
la presión al crecimiento económico continuo o la deuda, esto no es un seguro
para la tragedia de los bienes comunes. Como ya expuse en mi post sobre los límites
al crecimiento (http://alanfortunysicart.blogspot.de/2016/11/limites-al-crecimiento.html), la economía actual ha sobrepasado casi todo los límites planetarios, y esto
es en gran medida porque los contaminantes no pagan por el coste que generan.
Debemos forzar la internalización de los
costes de las actividades más dañinas con el medio ambiente, para que se
produzca una competencia leal entre los productores que dañan y los que
respetan el medio ambiente.
Los bienes comunes deben ser el fondo de valor
del dinero (como fue el oro en su momento), para pasar a ser aquello que más
cuidemos pues de ello depende nuestra supervivencia y calidad de vida.
La economía sagrada. –Vivir con menos es más-
La regulación va a permitir que sean económicamente
viables los comportamientos y negocios deseables en la economía sagrada, así
como una competencia más justa. No obstante, son necesarios cambios en los hábitos
de vida y en las relaciones.
Debemos cultivar y dar nuestros regalos de
forma verdaderamente desinteresada, y esto implica no esperar devolución, interés,
o reconocimiento de nuestro trabajo de los demás. Un acto de generosidad
verdadero no requiere ni de gratitud. El
regalo en sí mismo ya une a dos o más personas y genera un vínculo que no
requiere de pactos.
La vida ha de vivir la abundancia del tiempo,
las conexiones personales, en lugar de la acumulación de lo material. Sin caer
en reduccionismos extremos, hemos de buscar la sencillez de la vida material,
por la cantidad de tiempo que libera, y la posibilidad de focalizarnos en lo
importante, las relaciones con las personas y la naturaleza.
La economía sagrada. –Notas finales-
La economía sagrada es la economía del corazón.
Surge de la madurez de la sociedad, que deja de tomar para dar lo que ha
recibido durante toda su vida. Abandona
la economía del interés y la destrucción ambiental, la economía de más para mi
es menos para ti, el individualismo
artificial o la escasez mental.
Es la economía de la abundancia, que busca la dignidad
de todos, la felicidad de todos, la justicia de todos. La economía que no lucha contra los sueños de las
personas, ni el respeto ambiental, que protege las relaciones y las alimenta,
en su flujo constante de regalos desinteresados. Todos sabemos que es posible, debe serlo,
puesto lo es en nuestros corazones. El dinero, así como la economía, es un
acuerdo. Definamos e implementamos el nuevo acuerdo de la economía sagrada.
Este
texto se basa principalmente en los materiales de Charles Einsenstein y su libro
Sacred Economics, que se encuentra gratuitamente en su web. Recomiendo su
lectura y crítica.
Bibliografía
"Sacred Economics".
Charles Einsenstein
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