Las navidades son aquel periodo mágico en el que mi capacidad de soñar está especialmente fina. Largas horas de sueño, y un poco menos de actividad lo convierte en el tiempo perfecto para coger fuerzas. Los libros que por fin acabo me ofrecen esas conversaciones que no logro tener, y mientras otros van de fiesta, yo ultimo las horas con esa familia que está más lejos de lo uno pueda desear. Dado que la realidad supera siempre la ficción, no tengo la necesidad de leer sobre mundos fantásticos, y los ensayos de no ficción me parecen tan increíbles como Harry Potter o Star Wars. Esta semana leí La venganza de la tierra, de James Lovelock, y como si de la venganza de los Siths se tratara, me situaba en un futuro de lo más siniestro y peligroso. El autor era un desconocido para mí, pero ha estudiado la tierra y su química más de tres décadas, y es famoso por considerar la tierra en su conjunto como un ser vivo. Al parecer eso escandalizó a la comunidad científica y solo fue acogid
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